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el jardín

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y en mis sueños quiero  que me dedique un jardín que construya rincones para mí, para mi ser,  para mi calma, para mi corazón que siembre semillas, plante brotes, madres e hijos multiplicándose  sólo para que yo respire en medio de su vida la otra, la de afuera, la que es la misma que la mía mis células multiplicándose asimismo y muriendo libres caminando, sentada en ese jardín, el mío el que hizo para mí para mis sentidos con sus aves, sus insectos sus aromas y el sonido del viento una hamaca, así, tradicional para mis huesos alegres, tristes,  cansados y renovados lo quiero imaginando haciendo planes con las manos en el aire y mis pies descalzos  recorriendo la realidad de su imaginación un jardín para mí para mi vida, porque el jardín de mi vida ya lo hice yo

no hay máscaras

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las luces de colores en las ventanas no significan alegría como el hecho de escribir sobre las tormentas no significa depresión las manos que se mueven rápido no implican inteligencia como las palabras redondas y suaves no implican tolerancia ni superación una canción de amor no te vuelve apasionado, ni más proclive al amor ni una canción desesperada -ni veinte poemas- te hacen héroe de tu dolor no hay héroes no hay ejemplos no hay esclavos no hay sumisión no hay más ley que el silencio de la noche y sus aullidos no hay más compañía que la soledad y la sinrazón no hay máscaras ni disfraces para el que mira más adentro no hay muros que te defiendan cuando realmente te abandonás a la pasión

cuando miro hacia adentro

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hace tiempo descubrí que pasara lo que pasara, que aunque los vientos azotaran y la lluvia no dejara de caer, que aunque el dolor incendiara mis órganos, las manos me temblaran y las lágrimas ardieran en mi cara, que aunque la sequía quemara todo rastro de vida a mi alrededor, y los planetas estallaran, que aunque entendiera que somos sólo un engranaje en una rueda cruel y maravillosa, y aunque me atraparan con mil manos misteriosas mil sentimientos extraños con sus mil emociones agudas, que aunque todo cayera un día por una barranca y allí quedara yo, como árbol solo en la tormenta… yo iba a estar bien. Descubrí una luz en mi mirada, que se ve cuando cierro los ojos, una luz adentro de mí un rayo indestructible que soy yo, que me acompaña, y que nunca voy a perder.

nadando sobre mí

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verte sentir sentirte llorar sobre mi cuerpo tu pelo revuelto entre tus lágrimas mojando mi estómago secándose en mi piel buscando las palabras que no podés callar que no alcanzan, que no explican pero no podés callar tu cara tu cara y tus ojos envueltos devueltos a lo más primitivo sin protección te abrazás a mi cuerpo refugio, balsa que se mece tus brazos brotando por todos mis costados tanteando las aguas a tu alrededor preguntando profundidades sintiendo que no importa que nada es demasiado profundo cuando nadás en mi cuerpo despidiendo cada lágrima definitivamente en esta nueva tierra misteriosa que recibe cada una de ellas con avidez como si fuera suya verte respirar los dientes confusos las manos tiernas, desesperadas tu espíritu que te atraviesa y vos que te vas… con él conmigo hundiéndonos bajo la inmensa ola

aleteo

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se dice que el silencio cae y lo entiendo va viniendo  -en nuestra lenta percepción- desde un lejano lugar que parece estar arriba muy arriba primero y de a poco, sin darse uno cuenta ese lugar se acerca pronto está sobre nuestra cabeza y cuando lo mirás -porque te toca el hombro- está dentro de tus ojos ya yo doy aleteo a imaginarias mariposas mientras miro al silencio dentro de mis pupilas

perderse ahí

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Le gustaba tanto leer que era como si los mejores momentos de su vida los hubiera pasado leyendo. Por supuesto, no podía ser así, lo sabía bien: había sentido cosas inigualables y se le habían alterado todos los sentidos de placer provocado por otros hechos y acciones en su vida.  Pero por algún motivo ese día se le ocurrió que no había nada como esa ansiedad que hace que uno quiera comerse las palabras para seguir avanzando al mismo tiempo que desea detenerse lentamente en cada una y en su sucesión para paladearlas infinitamente. Fuera así, o no fuera así, lo bueno de todo eso era que siempre habría nuevos libros por leer. Era un placer que ni la falta de dinero ni la falta de tiempo (en el fondo siempre se puede hacer tiempo para la lectura, incluso robarlo) podían negarle. Un instante después de darse cuenta de todo esto y meditar profunda aunque brevemente en ello, se encontró nuevamente leyendo el libro donde lo había dejado.

y

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y vaciar los ceniceros cuando es hora de fumar y cantar canciones tontas porque no querés cantar y dejar el mundo afuera cuando no querés hablar y servir un vaso nuevo cuando es tiempo de olvidar y tener noche en la piel siendo día a pleno sol y comer cuanto te quepa con el hambre del amor y cerrar ojos en vano con las lágrimas en flor y decir palabras rotas porque el silencio es peor y abrir ventanas frías porque adentro está el cobijo y nadar de noche a oscuras con el cuerpo desprolijo y saber sin saber cómo las palabras que nadie dijo y entender de pronto un día que no hay respuesta,  que no hay pregunta…  ni acertijo