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Mujerapasionada

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Muchos censuran a una mujer apasionada. Para muchos, un día será tarde. Para ella, no.

SIN LUGAR PARA LOS DÉBILES

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(ATENCIÓN: No leer si es usted impresionable o sensible a enojarse por la sinceridad y crudeza ajenas.) ***** Tengo que admitirlo: odio la debilidad. Odio la debilidad ajena.  Detesto esas formas de escape que tienen algunas personas. De lo ajeno, de lo propio. De todos los miedos… con más miedo. Así como también detesto las formas de ataque, frontal o solapado, que representan más debilidad. El que se rinde a los miedos, pero no de frente diciendo "no sé qué hacer con esto" e intentando sobrepasarlos de alguna manera, sino aquél que dice "tengo esta fobia", "soy así". Y asume que el mundo es demasiado para él en ese aspecto. Cuando veo a alguien que esgrime su debilidad como una fortaleza, como una marca, o casi como una carta de presentación. Y a su vez la muestra como debilidad otra vez, poniéndose en falsa víctima… se me rebela algo adentro que quiere salir violentamente. Aquellos que dicen "yo no puedo hacer esto, no ...

Volvé

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Volvé aunque sea un día para que yo te cuente cómo es el mar Volvé aunque sea un rato para poder mostrarte cómo es cantar y sentir que vuelo mi voz ajena mi cuerpo intuitivo mis manos llenas Volvé  aunque sea un minuto para mirarte en tus ojos verdes tus piedras preciosas tus manos de arena Volvé a mirarme y sonreír como siempre como nunca más y a decirme en silencio que nada vale una pena

Punto

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Papeles que se abren para recibir mis palabras ávidos y hambrientos en lo silencioso de la noche y para cerrar sus ojos y guardarlas hasta un lejano y próximo instante en el que sienta  que no las recuerdo y que sin ellas,  incomprensiblemente, me falte el aliento.

Desde que no estás

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No tengo herramientas para pensar en vos y no sé cómo hacer para pensarte tan cerca tan lejos a la vez que no sé cómo voy a llegar hasta tu mundo, sin pies que me lleven hasta vos. No tengo armas para defenderme del dolor que se avecina, para paliar más y más dolor que tanto estuvo conmigo. No sé de qué colores vendrá vestido el recuerdo de tus manos que trabajan desde arriba, tu imagen dorada que me acechó siempre en base a tu presencia. No alcanzo a imaginar tu aroma en el aire que ya no te toca y en las veredas tu sombra tan carente de sustento. No sé para qué servirán los paisajes que no te albergan en sus colores. No sé cuántas cosas, como decía Borges, se habrán tornado vanas. a partir de tu ausencia. Y tengo que enfrentarme con ella. Con su reflejo patente en cada objeto, en cada esquina en la que tropiece con algo nuevo, para mí nuevo, desde que no estás.

La mano abierta

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Tiempo de soltar de la mano al dolor. Tiempo de desarmar más estructuras. Tiempo de desatar más nudos. Tiempo de dejar ir pizcas de pasado que ahí van a quedar. Tiempo de entender los tiempos... Tiempo de entregar aun más, a riesgo tal vez de que no sea tomado.  Pero a riesgo también de sentirse más liviano y en paz. Sabiendo que lo que se entrega en definitiva, no es de uno.  Ni siquiera del destinatario. Tal vez sólo del universo. Y así seguir enriqueciendo el corazón.

El instante terminal

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Siempre habrá para mí un instante terminal moribundo por definición en el que no te besaré. Siempre será mía tu mirada de estrella latiendo en lo negro de la noche cuando el fuego decaía. Siempre estará en mi sueño tu canción silenciosa la que nunca pero nunca quisiste cantar. Siempre podré cerrar los ojos y bailar con vos bajo la luna plateada como aquel viejo músico. Cada vez que te vayas cada vez que me vaya cada vez que callemos cada pobre palabra cada lágrima oscura sobre la piel clara cada ola rompiendo de noche en nuestras camas cada vez que te mire mirando la nada cada vez que me oigas bailando descalza cada vez que tu mano alcance mi espalda cada vez que mi cielo se rompa en tu ventana cada vez que tu miedo se quede sin nada. Cada vez que te vayas cada vez que me vaya tendré para mí nuestro abrazo el primero que todo abarcaba.