(ATENCIÓN: No leer si es usted impresionable o sensible a enojarse por la sinceridad y crudeza ajenas.) ***** Tengo que admitirlo: odio la debilidad. Odio la debilidad ajena. Detesto esas formas de escape que tienen algunas personas. De lo ajeno, de lo propio. De todos los miedos… con más miedo. Así como también detesto las formas de ataque, frontal o solapado, que representan más debilidad. El que se rinde a los miedos, pero no de frente diciendo "no sé qué hacer con esto" e intentando sobrepasarlos de alguna manera, sino aquél que dice "tengo esta fobia", "soy así". Y asume que el mundo es demasiado para él en ese aspecto. Cuando veo a alguien que esgrime su debilidad como una fortaleza, como una marca, o casi como una carta de presentación. Y a su vez la muestra como debilidad otra vez, poniéndose en falsa víctima… se me rebela algo adentro que quiere salir violentamente. Aquellos que dicen "yo no puedo hacer esto, no ...