M e acompañó largamente la imagen de sus pasos inseguros en las habitaciones de esa casa que yo nunca conocí. Siguiendo los pasos seguros de otro hombre, su padre y sus silencios, historias de hospital a la hora de la cena, callando él, al bullicio de sus hermanos. E n el patio era rey, el naranja de las mandarinas robadas a la vecina, al sol, desde el paredón, en silencio risueño, silencio pero audaz. E n la casa silenciosa, escuchaba la música en compases, comprimida entre tareas, -a través de las cortinas los hermanos afuera, gritando ¡guerra!- ; “¿qué instrumento es el que suena?” “¿quién canta ahora?” “¡decime si es adagio!”, él siempre interrogado por el hombre, por su padre, y sus silencios. Él siempre respondiendo. P ero en su cuarto pequeño, al cepillarse, al cumplir y terminar, ahí abría sus alas, la imagen de su propia música sonando en el espejo, bailando para nadie, soñar y saltar, más allá. D ónde habrá ido el niño, todo vien...
Hola Julie, que lindo está tu "alrededor"... la luz del fin del verano es mi preferida, creo!
ResponderBorrarUn beso, Ana
Hermosas fotos.
ResponderBorrarme estoy uniendo al blog, me atrapó tu alrededor
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