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Mostrando las entradas de 2014

la vida misma

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y dar un paso y mirar alrededor y encontrar siempre a mano un lugar donde sentarnos a compartir un mate unas palabras el puente de nuestras miradas mil sueños el silencio y a nosotros dos

silencio

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A veces el silencio es amigo Como todos los amigos, a veces  requiere silencio, a veces palabras A veces el silencio es la montaña que te toca escalar alta, dura y sin compasión A veces el silencio es una cama donde dormir las penas  hasta la salida del sol A veces el silencio se hace camino donde solo hay maleza y no podés transitar A veces es piedra dura tapando la entrada de la cueva  más sombría donde quisieras descansar A veces es espera espera y más espera A veces es la pluma que escribe sin descanso donde los sonidos se van A veces el silencio anda suelto esquivo y otras se deja atrapar A veces es un enemigo emperrado, endurecido e imposible de aceptar A veces el silencio es la mirada con la que decimos lo que con los ojos no alcanza Y a veces la mirada es la mejor amiga del silencio

los lugares

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En el patio de la casa de mi infancia, durante mi infancia, frente a frente en una silla o en las baldosas tibias después del sol. Sentados lado a lado en la banqueta del piano, buscando excusas. Bajo los árboles del huerto en el campo de mis tíos, o bajo el molino de viento afuera de la cocina, o bajo el gigantesco nogal que era sólo mío. Al borde de la pileta en la casita de verano, los pies de ambos colgando en el agua fría, tocándonos los dedos con timidez. En dos pupitres contiguos, mirándonos de reojo, escapando de la mirada de la maestra. Sobre las vías abandonadas de un tren, mirando el humo de las chimeneas jugar con el ocaso. Jugando entre las olas,  donde parece que no hay nadie más, aunque haya gente. En un médano muy alto,  con arena entre las manos y el mundo a nuestros pies. En el asiento de atrás de un auto, yéndonos de viaje con los padres de alguno. En un puente sobre un río, de paso, en una ciudad extraña a los dos. En una

Allá

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Estoy en la ciudad. Todo me hace sentir extranjera. Pero hay algo que me habla: el ruido de un tren. El ruido del tren que pasa y se va me lleva a casa. Y a vos. Que son una sola cosa.

si mi abuela me hubiera contado esta historia...

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Cuando era chica acostada en mi cama de un departamento de una ciudad imaginaba que escuchaba el viento soplar Nunca podía, porque siempre estaba lejos lejos, imaginario como el sonido del mar siempre lejos de mi cama Tanto lo deseaba lo imaginaba sentía su presencia y la emoción que me daba y me decía  "algún día los voy a sentir, un día me va a tocar" Y me tocó Los tengo tan cerca tan viento, tan mar tan dentro de mí que a veces no puedo entender  cómo no llegué antes ni puedo imaginarlos  separados de mí Así te conocí te metiste en mis entrañas con esa misma emoción que sentía siendo chica que fue tanta, tan profunda Me asusté me escapé lo sé Te perdí de vista por un breve y eterno momento te callé apenas en mi recuerdo intenté olvidar tu voz tus manos tu mirada Pero descubrí que yo soy el viento yo soy el mar Y descubrí  que te habías quedado en mí iluminando rincones con tu voz, esa vo

primeras hojas

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abeja

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Vino una abeja y me miró sonreírle. Me preguntó: ¿Qué pasa que andás despacio, como si el mundo no te apurara? Solo pude contestarle con una vieja canción: "Y es que no paro de pensar en sus besos Y es que no puedo no sentir Y es que camino como dormida, como en sueños Y es que queda tanto por vivir..." Esta vez sonrió la abeja: Te conocía.

En el aire

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Imposible transmitir con palabras, hoy, la poesía que se enrosca implicada en el aire lleno de música que mi propio cuerpo produce en solitario, siguiendo de una punta a la otra la anchura de mi corazón... Estás dibujado en notas musicales y melodías que escapan de mi boca. (Y hoy curiosamente, las fotos no querían aparecer...)

palabras de otros

es sábado tengo esa libertad hoy uso las palabras de otros vos sabés vos sabés sabemos vos y yo lo que solo nosotros sabemos REFUGIO De tanto seguir tus pasos, de tanto buscarte entre las calles, de tarde cuando empieza a enrojecer el barrio, te encuentro e igual te sigo buscando. Quiero verte al sol, echada. Ver cómo transitan por tus ojos; el cielo, algunas nubes, la ciudad, el tiempo, la nada, el día, tus pensamientos. Más sabés del mundo, más te lastima. Voy a usar tus piernas como guarida. Ya pega la lluvia en mi tejado, quiero de refugio tu cuerpo blanco, que me quedo a vivir allí, me quedo a vivir allí, me quedo a vivir allí. No legislen más mi vida. Todas mis ideas, mis creencias, se chocan y se anulan entre sí. No hay caso, todos tenemos los pies de barro. Te voy a seguir sin plazos. Siempre vas a verme acariciando las cosas que no se dieron jamás. Deseo: motor que no detiene su fuego. Más sabés del mundo, más te lastima. Voy a usar tus

De puño y letra

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Hoy te escribo así, como me gusta. En papel, de puño y letra. Como las cosas importantes, como las canciones, los dibujos que sólo nacen de la punta de un lápiz. Como antes, como siempre. Como cada vez que las palabras eludieron sabiamente mi boca y buscaron mi lapicera. Tantas veces en que intenté decir las cosas con prudencia, con cálculos matemáticos que no se hallan en las oraciones; con esperanzas, con ternura, con desazón y hondas tristezas. Tantas veces en que ese nudo me cerró la garganta, el que de siempre ser el mismo ya parece eterno. Y que al soltarse no salieron más que mentiras, verdades parciales, omisiones, silencios y casi siempre lágrimas. Por todas esas tantas veces, hubieron otras tantas en que las letras se juntaron frente a mis ojos, sin pedir tanto permiso. Y a través de mis manos se fueron ordenando, desordenadas. Desobedientes. Desbocadas. Caraduras. Apasionadas, casi revolucionarias. Reconozco en mis papeles más certeza que la que se esconde al fon

La maravillosa mezcla

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Hay mucho más que lo que se ve. A veces es demasiado. A veces es poco. A veces la fantasía es maravillosa (y casi necesaria... inevitable). A veces la realidad la supera ampliamente y me quedo en éxtasis con la vida. Y así, a veces sentada, a veces no tanto, disfruto y me apasiono por eso que más me gusta.

Aún

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Mis oídos escuchan tu voz. Mi cuerpo suena a tu melodía. Mi alma vibra como tus manos. Mis ojos huelen a tu mirada.

hoy

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No hay más tersura  de la de entonces en mi piel mi piel ahora  tiene marcas sequías  de trabajos  de pasos en la arena y de bailes  a la luz del fuego No hay más brillo interminable alrededor de mis ojos solamente ojos y brillo en su interior alrededor hay grietas huellas  de sonrisas y carcajadas interminables también No hay más firmeza en mi afuera hoy en mi cuerpo  hay caminos transitados  por el cansancio y la alegría de la vida que lleva vivida Cuerpo, ojos, piel partes de mi alma que no se distingue de ellos hoy

fruta favorita

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yo también tengo una fruta favorita que palpita bajo el sol y tiene más de un color según el viento y la miro navegar sobre mis ojos está tan alta tan lejana pero si subiera tan solo unas ramas, y otra más la alcanzaría y sería la gloria y tal vez mi propio temblor la hiciera caer y romperse pero si subiera y se cayera quizás quizás bajaría y la comería (Banda de sonido para esta lectura:) My Favorite Plum by Suzanne Vega on Grooveshark

Supuestos

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(Escribió aquella vez la lapicera frente a la ventana, sobre el parquet, entreverada en la soledad de la ciudad que se come los sonidos de la lapicera que escribe.) Se supone que no estaba mirándote, se supone que miraba más allá de tus ojos  esa noche, y que no era consciente de mi piel en tu mirada. Se supone como tantas cosas, como que el agua no debería correr tan fácilmente, como que un día ya no te vas a ir de acá, como que no debería pensar en lo que pienso. Como se supone que nadie es de nadie, como se supone que nos conocemos a nosotros desde siempre; como se supone que no dudo cuando dudo, que no temo cuando me muero, que tenemos solo algo en común como casi todos, que estamos solos, que amamos y nos aman, que no sabemos lo que queremos. Y todo eso... Se supone que no estaba mirándote, y que no veía mi piel en tus ojos, así como todo esto se supone. Pero yo sí te miraba.

nadar

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ponele que yo digo lo que a vos no te sale y ponele que vos recordás lo que yo no puedo ponele que juntamos todo agitamos un mar entero adentro de un frasco lo destapamos y miramos el abismo en su interior nos cubren las olas, el viento, la sal dejamos que nos tapen hundiéndonos adentro dejando que el agua nos abrace nadamos vos y yo y con las manos con estas, las de carne y hueso nos tocamos el alma nos tocamos el cuerpo

lobos en vela

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Tengo una vela, solo una me queda, la enciendo esta noche de lobos en vela. Devolvéme el sueño despierto, el del día, el que busca el silencio en tu cara dormida. Perdí el paso en el momento en que eludí la caída. Abrazáme los ojos, besáme la noche de vela encendida. Con tu mirada interminable hacéme un agujero en el centro, bien adentro. Prestáme tus manos y el latido entre tu pecho y las mías. Cantá una canción y en tus palabras amáme dormida.

estás

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planos estratos capas superpuestos cruzados misterio ¿es cierto? es cierto lo siento en mí en vos en el espacio entremedio mirar en tus ojos sentir en tu pecho amar el presente y tu cuerpo. estás

15 años

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Nuestro amor fue en el destiempo por un tiempo de cada uno. Y también fue de nosotros. No existe foto para el recuerdo,
 no está tu cara siquiera en un 4x6.
 Está impreso tu cuerpo expectante,
 sentado en el umbral de mi puerta, 
el mío en mi colchón, 
tus manos sobre las cuerdas 
a punto de saltar 
de los acordes hacia mí.
 Está lo intenso de tus palabras,
 siempre pocas y certeras.
 Y tengo aún la fiebre
 de ese último encuentro trasnochado,
 borradas las palabras
 de mi triste carta,
 solo la sensación
 del crudo adiós en nuestra piel.
 Si pudieran quince años 
devolverme 
tanto amor en blanco y negro.

Café sin espuma

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Y un día te fuiste. Y un día te dejé. Y desde que te fuiste un día no estaba más el ronco sonido de la paciencia. No había ojos dormidos, ni silencio intencional. Un día te fuiste y se velaron los recuerdos de la ausencia poco a poco. No hubo más canciones quebradas, no hubo más palabras muertas, no hubo más manos dejadas, en soledad en compañía. Y un día te fuiste y esas plantas florecieron, y de mi cocina se fugó la esencia de los excesos. Y un día te dejé. Y entonces un día te fuiste. Y desde que te fuiste un día no había más paciencia interminable, ni ojos de amor al despertar, ni silencios compartidos. Un día te fuiste y hay ausencia sin quererla, no hay palabras de cariño, ni manos que acompañan, ni compañía sin reclamos, y otras plantas se murieron. Nos dejamos.  Y te fuiste. Y desde entonces en mi cocina el café ya no tiene espuma ni hay amor hasta el fin de los días.

Mujerapasionada

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Muchos censuran a una mujer apasionada. Para muchos, un día será tarde. Para ella, no.

SIN LUGAR PARA LOS DÉBILES

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(ATENCIÓN: No leer si es usted impresionable o sensible a enojarse por la sinceridad y crudeza ajenas.) ***** Tengo que admitirlo: odio la debilidad. Odio la debilidad ajena.  Detesto esas formas de escape que tienen algunas personas. De lo ajeno, de lo propio. De todos los miedos… con más miedo. Así como también detesto las formas de ataque, frontal o solapado, que representan más debilidad. El que se rinde a los miedos, pero no de frente diciendo "no sé qué hacer con esto" e intentando sobrepasarlos de alguna manera, sino aquél que dice "tengo esta fobia", "soy así". Y asume que el mundo es demasiado para él en ese aspecto. Cuando veo a alguien que esgrime su debilidad como una fortaleza, como una marca, o casi como una carta de presentación. Y a su vez la muestra como debilidad otra vez, poniéndose en falsa víctima… se me rebela algo adentro que quiere salir violentamente. Aquellos que dicen "yo no puedo hacer esto, no

Volvé

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Volvé aunque sea un día para que yo te cuente cómo es el mar Volvé aunque sea un rato para poder mostrarte cómo es cantar y sentir que vuelo mi voz ajena mi cuerpo intuitivo mis manos llenas Volvé  aunque sea un minuto para mirarte en tus ojos verdes tus piedras preciosas tus manos de arena Volvé a mirarme y sonreír como siempre como nunca más y a decirme en silencio que nada vale una pena

Punto

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Papeles que se abren para recibir mis palabras ávidos y hambrientos en lo silencioso de la noche y para cerrar sus ojos y guardarlas hasta un lejano y próximo instante en el que sienta  que no las recuerdo y que sin ellas,  incomprensiblemente, me falte el aliento.

Desde que no estás

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No tengo herramientas para pensar en vos y no sé cómo hacer para pensarte tan cerca tan lejos a la vez que no sé cómo voy a llegar hasta tu mundo, sin pies que me lleven hasta vos. No tengo armas para defenderme del dolor que se avecina, para paliar más y más dolor que tanto estuvo conmigo. No sé de qué colores vendrá vestido el recuerdo de tus manos que trabajan desde arriba, tu imagen dorada que me acechó siempre en base a tu presencia. No alcanzo a imaginar tu aroma en el aire que ya no te toca y en las veredas tu sombra tan carente de sustento. No sé para qué servirán los paisajes que no te albergan en sus colores. No sé cuántas cosas, como decía Borges, se habrán tornado vanas. a partir de tu ausencia. Y tengo que enfrentarme con ella. Con su reflejo patente en cada objeto, en cada esquina en la que tropiece con algo nuevo, para mí nuevo, desde que no estás.

La mano abierta

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Tiempo de soltar de la mano al dolor. Tiempo de desarmar más estructuras. Tiempo de desatar más nudos. Tiempo de dejar ir pizcas de pasado que ahí van a quedar. Tiempo de entender los tiempos... Tiempo de entregar aun más, a riesgo tal vez de que no sea tomado.  Pero a riesgo también de sentirse más liviano y en paz. Sabiendo que lo que se entrega en definitiva, no es de uno.  Ni siquiera del destinatario. Tal vez sólo del universo. Y así seguir enriqueciendo el corazón.

El instante terminal

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Siempre habrá para mí un instante terminal moribundo por definición en el que no te besaré. Siempre será mía tu mirada de estrella latiendo en lo negro de la noche cuando el fuego decaía. Siempre estará en mi sueño tu canción silenciosa la que nunca pero nunca quisiste cantar. Siempre podré cerrar los ojos y bailar con vos bajo la luna plateada como aquel viejo músico. Cada vez que te vayas cada vez que me vaya cada vez que callemos cada pobre palabra cada lágrima oscura sobre la piel clara cada ola rompiendo de noche en nuestras camas cada vez que te mire mirando la nada cada vez que me oigas bailando descalza cada vez que tu mano alcance mi espalda cada vez que mi cielo se rompa en tu ventana cada vez que tu miedo se quede sin nada. Cada vez que te vayas cada vez que me vaya tendré para mí nuestro abrazo el primero que todo abarcaba.

No te despiertes

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No te despiertes No vayas a romperme la quietud De tu cuerpo brevemente entregado A mi costado No te despiertes y te lleves Para tu lado del mundo Este calor que se respira Entre mis brazos No te despiertes Y me quites la ilusión De esta inocencia Que aletea tras tus párpados No te despiertes Que se asusta pulcramente Toda tu calma Hasta ahora descontrolada No te despiertes Y le quites a tu piel La verdad de ser Un regalo en mis ojos trasnochados No te despiertes No vayas a sacarme este minuto De amor interminable Entre mis manos

Sólo a veces

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A veces me encuentro en lo sereno casi hasta en lo parco A veces doy vuelta una piedra y no hay ningún insecto caminando A veces te pregunto con los ojos casi hasta llegar a las palabras A veces el silencio es mi amigo el mío, el sabio, el que me regalo A veces no sé cuánto es dos más dos si no pongo una canción en el camino A veces tengo todo dando vueltas y a veces doy mil vueltas en quietud A veces quedo muda de un solo grito y retomo lo que queda sin decir A veces cuando pienso en lo infinito sólo encuentro una ventana para abrir

En el día del recuerdo

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Estabas ahí en el día del recuerdo la noche entre tu sombra y el sol de frente a mí Te busqué para entenderlo pero no encontré tu imagen solo ví  el gesto nervioso con que vos me preguntabas si podías preguntar Yo me dije, dale y ahí salí bailando entre los ritmos de mudas palabras con la noche para mí El día del recuerdo se hizo claro y la noche de calor nos encontró sin preguntas, sin palabras y sin danzas cada uno en su lejano rincón sabiendo que el espacio era de aire y que el tiempo se hacía eterno entre los dos Estabas ahí en el día del recuerdo parado con tus ojos de trencito con motor tarareando en boca muda mis canciones de mi lado mis sandalias mis vestidos y yo Abrí el tajo de mis ojos en tus manos  tan cerradas sobre mí que tembló mi alma dentro tuyo  y de tu propio temblor El tren dejó la estación de madrugada y en el día se volvió nuestra canción de soledad tan poco disfrazada de la danza de la